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mirar más lejos, tal vez sea mirar más tiempo. 
permanecer la mirada sobre algo, sobre alguien.
pacientar el éxito, entregar la competencia y mirar lo que ocurre.
sin rechazo.

respetar la ira que siento, el dolor que siento,
como respeto mi amor.

respetar también el sentimiento de pérdida, que no cicatriza.

porque eso es perder: dejar de tener lo que tuvimos.
y aun lo descompuesto, cuando se pierde, se lleva consigo 
la oportunidad de repararlo.

lo irreversible es irreversible por constantemente así.

trascender la pérdida es trascender la lucha contra la pérdida y no, dejar de sentirla.
trascender la pérdida es, justamente, poder habitarla.

no echamos en falta algo que no amamos, echamos en falta lo que nos causaba
inspiración, bienestar, alegría, potencia.

pocos años atrás, un período de pérdidas capitales, puso a la creadora de estas piezas en suspenso.
 ¿cómo lidiar con la desaparición de los cuerpos? ¿cómo aceptar el desfasaje entre lo que recuerda una parte 
y lo que recuerda otra, de una memoria común? ¿cuándo es ahora y cuándo es antes? 
¿cuál es el sentido de lo nuestro, ahora que es solamente mío? 

¿es un error creer que puedo iluminar nuestras horas encendiendo velas?
¿es posible que me oigas desde esta orilla del tiempo?
¿qué tan improbable es que estés sintiendo, en este instante, el perfume de la acacia?

el espacio que se ofrece, no está exento de dolor. 
la aceptación incluye que esté vivo aquello que se acepta.
si el dolor que decimos aceptar no existe, la belleza que creemos construir, tampoco.

no podré entender, o sentir tu oscuridad, sin atravesar la mía.

paisajes distantes podrán parecer hermosos desde la distancia.

igual que a una fiera se la juzga por su peligro a la hora de acercarnos o alejarnos de ella
belleza alguna, fascinación o deslumbramiento estará escindido del abrojo, los venenos,
y el abrasivo carácter del sol que le dió vida.

Magela Ferrero